El doble turno debe prohibirse
-Decidí empezar a trabajar de otra manera- dijo Juan, el maestro, muy emocionado. –A partir del año que viene voy a enfocar mis prácticas de acuerdo al Diseño Curricular. ¡Me cansé de tanto libro de texto y de aburrir a los chicos!
Y llegaron las vacaciones.
Todos se fueron a veranear menos Juan que decidió invertir tiempo durante el receso escolar, en leer sobre pedagogía, didáctica, psicología, constructivismo, técnicas de grupo, manejo de la disciplina y otros cientos de documentos… todo lo relacionado con la educación iba a parar a sus manos.
El tiempo fue pasando y llegó el comienzo de un nuevo ciclo lectivo.
- Ya tengo una cierta idea respecto hacia donde enfocar mis prácticas.- dijo el maestro, sin saber que la realidad lo iba a despertar de ese mundo risueño, de ese idilio pedagógico.
Los primeros días de clase todo surgió de acuerdo a lo previsto. Juan preparaba las actividades que consideraba más valiosas, se esmeraba en utilizar materiales de calidad, se preocupaba por realizar una corrección consciente, que ayudara a sus alumnos a mejorar sus producciones escritas. Los padres tenían mucha consideración por este profesor, ya que dedicaba su tiempo a hacer lo que más le gustaba.
Sin embargo, todo comenzó a cambiar cuando tuvo que tomar un segundo trabajo (ya que con un sueldo no le alcanzaba para sostener económicamente a su familia).
Su nueva rutina consistía en levantarse a las seis de la mañana, ir a trabajar y regresar a su hogar a las siete de la tarde (tenía una hora de viaje), con una pausa de media hora para poder almorzar.
Al llegar a su casa, su familia lo esperaba, le reclamaba atención, afecto, compañía….
Esta escena se repetía día tras día.
En el nuevo trabajo, Juan tenía que dar muchos temas cuyo contenido no recordaba, por lo que debía estudiarlos previamente. Por otra parte, tenía que volver a leer sobre didáctica, para encontrar el modo más adecuado de enseñar los contenidos. Y una vez hecho todo esto, tenía que preparar los materiales para los chicos.
Y simplemente no pudo….
No pudo agregar más horas al día… no pudo inyectar más energía a su vida diaria ¡estaba exhausto!… finalmente se cansó.
Y empezó a hacer lo mismo que todos los demás: usar el aburrido libro día tras día, sacar fotocopias y resolver ejercicios.
Como los temas no los sabía, se limitaba a parafrasear al libro.
Corregía en clase, aunque sus ojos vagaran por la hoja sin poder concentrarse.
Como estaba tan cansado, su paciencia cada vez era menor y responsabilizaba a los alumnos de no aprender, cuando en realidad gran parte de este problema se debía a la nula preparación de sus clases.
Y esta historia podría seguir largo rato…
Mi intención es hacer notar que es IMPOSIBLE que un maestro que trabaja en dos escuelas, pueda llevar a cabo prácticas significativas, constructivistas. El tiempo para estudiar los temas teóricos, preparar las actividades y corregir se limita, en el mejor de los casos, a una hora diaria (más el fin de semana). ¿Cómo se puede pensar en una enseñanza de calidad teniendo tan poco tiempo para invertir?
Y no hablemos de los abnegados docentes, que además de trabajar todo el día, ¡se siguen capacitando y estudian carreras y hacen cursos y especializaciones!
Por supuesto que esta situación, este contexto, no es culpa del maestro.
Es culpa de los que piensan que el docente es capaz de trabajar doble turno y que si se le aumenta el sueldo lo suficiente y se le exige más, rendirá más.
Se discute siempre el aumento de los salarios pero nadie parece advertir el hecho de que esta práctica de trabajar cerca de nueve horas diarias con chicos, es insalubre.
El doble turno debe prohibirse.
El maestro debe ganar lo suficiente para no necesitar un segundo trabajo.
Por supuesto que esta realidad, de concretarse, llevaría a considerar otros aspectos: estoy seguro que un profesional que trabajara medio tiempo y ganara lo suficiente, de todas maneras conseguiría un segundo empleo para ganar aún más. Lamentablemente tenemos incorporado el chip capitalista… nunca va a ser suficiente, siempre vamos a querer más.
¿Hasta cuándo seguiremos sin entender que para lograr una cierta calidad educativa se deben hacer grandes cambios?
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