Docente individualista VS Docente Solidario
Comencemos
este artículo con el siguiente diálogo:
- ¿Por qué no ayudaste a Sofía cuando se cayó en el patio?
– dijo la maestra de segundo.
-Porque es TU alumna, no la mía…. – dijo la maestra de
tercero. –El otro día le llamé la atención a tus alumnos por correr en el
recreo y vos me pusiste cara de “pocos amigos”, así que ahora no me metí.
Estas
palabras se escuchan y se repiten diariamente en las escuelas. Y si bien las
situaciones son mucho más variadas que la que aquí presentamos, todas ellas
tienen algo en común: que los maestros muchas veces y por diferentes razones no
nos hacemos cargo de tareas y/o responsabilidades que exceden a nuestro grupo
de alumnos.
Cuando
un docente entra a trabajar a una escuela, pareciera que solamente es el
docente del grado que le tocó en suerte, pero pocas veces se explicita que a su
vez, es profesor de una institución y
eso implica ciertas responsabilidades que exceden el marco de trabajo con sus
estudiantes. Esta lista de tareas, por fuera del trabajo específico del grado,
no suelen ser comentadas a los docentes que recién ingresan.
Y no
nos estamos refiriendo en este caso a los proyectos institucionales, a las
horas de articulación o a las reuniones de padres, que SÍ son explicitadas y
muchas veces con gran esmero y lujo de detalles.
Nos
referimos a cuestiones como cuando:
•
Hay un padre esperando en la puerta de dirección y ningún
maestro de los que pasa por al lado, le pregunta si ya fue atendido.
•
Un niño se está peleando con otro y la maestra lo ignora
porque es de otro grado.
•
Los niños de tercero necesitan la pelota para jugar al
metegol pero como la encargada es la maestra de segundo (que durante ese recreo
está tomándose un café), directamente se les dice a los niños que no jueguen,
en lugar de gestionar la necesidad.
•
Toca el timbre para entrar a las aulas y cada maestro se
lleva a su grupo sin prestar atención si quedan niños de otros grados sin su
maestro.
•
Un maestro ve que en un grado están los niños solos
dentro del salón y sigue caminando, porque asume que no es su problema. Si hay
un accidente, la responsabilidad será de quien los dejó solos.
•
Si en el recreo siempre tiene que haber tres maestros
cuidando el patio y justo ese día falta uno, nadie se hace cargo de
reemplazarlo para no perder su “coffee break”. ¿Tan egoístas nos hemos vuelto?
Seguramente
habrá quienes opinen que está bien que así sea, que cada uno asuma su
responsabilidad y su rol. Lo que sucede es que en general, no es una cuestión
de querer o no querer asumir los compromisos; con mucha frecuencia surgen
imprevistos (propios de la vida escolar) que dificultan que el maestro cumpla
con todas sus obligaciones. Por ejemplo, una reunión con padres que se extendió
más allá del horario establecido impiden que ese docente cuide el recreo.
Por
eso es fundamental ser buen compañero, mirar
las necesidades propias y velar por las necesidades
ajenas; ver a todos los estudiantes de la escuela como propios y estar pendiente de ellos.
Alguna
vez escuché que un grupo no se constituye sólo por el hecho de hacer converger
en el mismo espacio físico a un conjunto de personas. Es mucho más.
¡Es
hora de crear comunidad, lazos, compañerismo!.
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